domingo, 28 de septiembre de 2014
Referencias Bibliograficas.
Referencias Bibliograficas.
- Ardila, Rubén. Psicología del aprendizaje. Siglo XXI, 2001.http://scholar.google.com.sv/scholar?hl=en&q=psicologia+del+aprendizaje&btnG=&as_sdt=1%2C5&as_sdtp=
- Coll Salvador, César, Jesús Palacios, and Alvaro Marchesi. "Psicología de la educación." (1993).http://scholar.google.com.sv/scholar?hl=en&q=psicologia+del+aprendizaje&btnG=&as_sdt=1%2C5&as_sdtp=
- Aguado-Aguilar, Luis. "Aprendizaje y memoria." Rev Neurol 32.4 (2001): 373-81.http://scholar.google.com.sv/scholar?q=aprendizaje+y+memoria+&btnG=&hl=en&as_sdt=0%2C5
- Machado, S., et al. "Aprendizaje y memoria implícita: mecanismos y neuroplasticidad." Rev Neurol 46.9 (2008): 543-549.http://scholar.google.com.sv/scholar?q=aprendizaje+y+memoria+&btnG=&hl=en&as_sdt=0%2C5
- Monedero, Carmelo. Dificultades de aprendizaje escolar: una perspectiva neuropsicológica. Ediciones Pirámide, 1984.http://scholar.google.com.sv/scholar?q=neuropsicologia+del+aprendizaje&btnG=&hl=en&as_sdt=0%2C5
viernes, 26 de septiembre de 2014
10 FACILITADORES DE LA MEMORIA
10
FACILITADORES DE LA MEMORIA
Existen una serie
de procedimientos al alcance de cualquiera que son grandes facilitadores a la
hora de mejorar nuestra memoria. Uno de los más importantes es el sueño, «un
determinante biológico de primer magnitud capaz de potenciar la formación de la
memoria y la integración del material aprendido», asegura Ignacio Morgado,
catedrático de Psicobiología en el Instituto de Neurociencia de la Universidad
Autónoma de Barcelona. Pero hay otros que también nos ayudan mucho en esta tarea,
prosigue el autor del libro, tan insospechados como practicar deporte, o ser
conscientes de cuál es nuestro mejor tiempo del día para aprender. Estas son —según
explica Morgado en esta práctica obra— algunas de las actividades que nos
ayudan en esta tarea más de lo que creemos:
1. Practicar deporte y actividades físicas diversas
De todos los
factores que promueven el aprendizaje y la memoria, al igual que otras muchas
facultades mentales, el ejercicio físico es el que podríamos considerar más
milagroso, asevera este catedrático. «Y tiene una explicación fisiológica. Son
muchos los efectos de la actividad y el ejercicio físico sobre el cerebro y sus
neuronas. En primer lugar, esa actividad promueve y aumenta la cantidad de
sustancias neurotrópicas, como el BDNF, que incrementan la plasticidad
sináptica, la neurogénesis y la vascularización del cerebro. Es decir, actúa
como un desengrasante del cerebro», explica.
2. El mejor
tiempo del día para aprender
El mejor tiempo
del día para aprender. No todos los momentos del día son igualmente buenos para
aprender, y cada persona tiene el suyo. «En algunos nos sentimos más
despiertos, con más capacidad de atención y más actividad, y en otro con menos.
Todos tenemos una idea más o menos clara de las horas del día en que nos
sentimos más capaces para realizar estudios o actividades complejas. Y suelen
ser siempre las mismas horas para cada persona. Me refiero a los ritmos
circadianos», indica Morgado.
3. Entrenar la
«memoria de trabajo»
Entrenar la
«memoria de trabajo». La «memoria de trabajo», explica este catedrático, «es
una función cerebral muy importante para aprender y adquirir nuevos
conocimientos y habilidades y está muy relacionada con la inteligencia fluida,
la capacidad de razonar y resolver problemas nuevos con independencia del
conocimiento previamente adquirido». Se trabaja con secuencias de objetos en
distintos intervalos de tiempo.
4. Guiar el
aprendizaje con preguntas
Guiar el
aprendizaje con preguntas. Este es un método de generar memoria a largo plazo
mucho mejor que la que resulta del tipo de estudio consistente en repasar una y
otra vez apuntes de la materia, muchas veces inconscientemente. Tal y como
indica este experto a lo largo de las páginas de su libro «Aprender, recordar y
olvidar», de Ariel, «su potencia para aumentar la comprensión de lo estudiado y
generar memorias duraderas puede, además, multiplicarse si se le pide al alumno
que mientras estudia vaya redactando una memoria de lo aprendido».
5. Practicar
sistemáticamente el recuerdo de lo aprendido
Practicar
sistemáticamente el recuerdo de lo aprendido. El recuerdo, señala este
psicobiólogo, es un proceso activo que no solo sirve para evaluar lo aprendido,
sino también para seguir aprendiendo. Más aún, recalca Morgado: «el recuerdo
sistemático puede ser una forma de aprendizaje superior incluso a la del
aprendizaje original».
6. Un poco de
estrés no es malo
Un poco de
estrés no es malo. Según explica Morgado en su obra «Aprender, recordar y
olvidar» (de Ariel), en la vida cotidiana estamos sometidos a situaciones
emocionales y estresantes que activan el sistema nervioso y el endocrino. «La
experiencia común y los resultados de muchos experimentos muestran que, cuando
esa activación es moderada y no rebasa ciertos límites, puede contribuir a la
facilitación del aprendizaje y la formación de la memoria». Las hormonas,
continua, «como la adrenalina, la noradrelina y los glucocorticoides, liberadas
en la sangre de las personas en situaciones emocionales o de estrés moderado
pueden contribuir también a la facilitación tanto de memorias implícitas como
explícitas», apunta este experto. No obstante, matiza, «el estrés crónico y la
elevada y persistente concentración de glucocorticoides en la sangre, al
provocar muerte neuronal y pérdida de espinas dentríticas en las neuronas de la
corteza cerebral, dificultan considerablemente el aprendizaje y la memoria de
animales y humanos».
7. Potenciar el
error de la predicción
Potenciar el error
de la predicción. Para Morgado, una manera de potenciar el error de predicción
y facilitar con ello el aprendizaje consiste en asociar lo que se quiere
recodar a un estímulo emocional.
8. Homenaje a la
lectura
Homenaje a la
lectura. De todas las actividades intelectuales potenciadoras de capacidades
mentales, la más asequible y la que proporciona un mejor balance
costo/beneficio es, sin duda, la lectura, recalca Morgado. «Leer es uno de
los mejores ejercicios posibles para mantener en forma el cerebro. Es así
porque la actividad de leer requiere poner en juego un importante número de
procesos mentales, entre los que destacan la percepción, la memoria y el
razonamiento. El libro es un gimnasio asequible y barato para la mente y
debería incluirse por ello en la educación desde la más temprana infancia y
mantenerse durante toda la vida. Los niños deben ser estimulados a leer con
lecturas motivadoras y adecuadas a su edad y los mayores deben procurarse todo
el auxilio que requieran sus facultades visuales para poder seguir leyendo y
manteniendo en forma su cerebro cuando envejecen», apunta.
9. La actividad
intelectual a lo largo de la vida
La actividad
intelectual a lo largo de la vida puede aumentar la memoria de la vejez. Hay
estudios de la Academia Americana de Neurología que señalan que la lectura, la
escritura y la participación en cualquier actividad que estimule el cerebro, a
cualquier edad y durante toda la vida, pueden preservar la memoria en la vejez.
«Vemos pues que no hay que esperar a ser mayor para emprender actividades
intelectuales como remedio para disminuir las consecuencias negativas del
envejecimiento. Cuanto antes empecemos, ¡mejor!», señala Morgado.
10. Inmersión
temprana en múltiples lenguas
Inmersión
temprana en múltiples lenguas. La sorprendente capacidad del cerebro humano
para aprender muchas lenguas en la temprana infancia le confiere importantes
ventajas a al hora de aprender y formar memorias consistentes. Está demostrado
que los individuos que adquieren múltiples lenguas en su infancia y las
practican a lo largo de su vida tienen una mayor
capacidad de cognición ejecutiva, es decir, de ejecución mental, estando
también más protegidos contra la neurodegeneración en la vejez.
Video relacionado a los facilitadores de memoria
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